El trabajo de Husos Architects avanza en un diálogo continuo entre el diseño y la investigación. Fundada en 2003 entre España y Colombia, la oficina de arquitectura y urbanismo destaca por abordar diferentes escalas, desde lo micro a lo global, dando respuestas a los requerimientos de usuarios específicos pero tejiendo redes contextuales profundas con el entorno y más allá. ¿Cómo logran aproximarse efectivamente a esta complejidad, impulsando a su vez una transformación social? Conversamos con Diego Barajas y Camilo García Barona sobre sus procesos de acercamiento a los usuarios y otros agentes implicados –no sólo humanos–, de cómo abordan la colonización de la biosfera que ha provocado el cambio climático, y de su indagación en el activismo desde una serie de campos de batalla habitualmente desatendidos en los discursos tradicionales de la arquitectura.
José Tomás Franco (ArchDaily): Al analizar su obra noto una especial preocupación por observar y comprender profundamente a las personas que habitarán el espacio diseñado, buscando obtener la mayor información posible para luego alimentar el proyecto. ¿Cómo funciona el proceso de acercamiento y conexión con el usuario?
Husos Architects:
Para nosotros, una parte central del proceso de diseño consiste en acercarnos a las diferentes realidades vinculadas a los contextos en los que trabajamos. Esto incluye a las de los usuarios y otros agentes implicados en un proyecto de arquitectura que, por supuesto, no son solo humanos, sino también otros seres sintientes. Pueden ser las de un grupo de mujeres artesanas, las de migrantes endeudados por hipotecas, las de un médico que trabaja en urgencias, las de las y los trabajadores domésticos, o la de los insectos y aves que habitan en zonas antropizadas.
¿Cómo es su cotidianidad? ¿Qué tipo de dinámicas definen sus interacciones con el mundo? ¿Subyacen en su día a día realidades desatendidas? ¿Cómo se puede posicionar la arquitectura frente a estas, por ejemplo, en cuanto a darles lugar y representación? Según qué proyecto y de qué agentes se trate, este trabajo de reconocimiento se da de maneras muy diversas – tanto si es un libro, el diseño de una vivienda o un refugio para murciélagos. El hacernos estas preguntas suele ser recurrente en los procesos de diseño que llevamos a cabo. Son cuestiones en las que solemos trabajar junto con los futuros usuarios. Un ejercicio central para nosotros en esta aproximación es el de la escucha.
En todo nuestro trabajo, pero quizás de manera especial en estos procesos de acercamiento, nos han acompañado además, diferentes corrientes no hegemónicas de pensamiento; por ejemplo el pensamiento decolonial y antirracista, los feminismos del sur, el antiespecismo y los marxismos heterodoxos. ¿Por qué estas corrientes? para nosotros han supuesto caminos para explorar el subalterno que habita en cada uno y quizás exorcizar el nuestro propio.
El pensamiento feminista habla de cómo ese reconocer (por ejemplo al contexto, a los usuarios y demás agentes implicados, siguiendo tu pregunta) nunca se lleva a cabo desde el vacío, y por tanto nunca es objetivo. Cuando diseñamos, ¿cuál es nuestro lugar de enunciación? nos preguntaría la filósofa y activista negra brasileña Djamila Ribeiro. Las propias realidades sociales que diariamente nos atraviesan como sujetos, han sido compañeras que han permeado nuestra mirada y nuestro hacer como arquitectos. En nuestro caso se trata de realidades que han marcado experiencias frecuentemente divergentes. Esta divergencia está vinculada por ejemplo al hecho de habitar cuerpos whitinos, que son leídos como masculinos, con acceso a una educación privilegiada, al mismo tiempo que, como migrantes norandinos en España, y como sujetos a diario racializados, principalmente por el origen de nuestro acento, y por no seguir la heteronorma, terminamos siendo con bastante frecuencia doblemente inferiorizados. El resultado de la suma de estos factores en nuestro caso, ha generado durante años experiencias muy diferentes entre sí e incluso radicalmente opuestas según en qué contexto y frente a quien nos ubiquemos. Estas experiencias nos han enseñado cómo las relaciones de poder y subordinación son en parte relativas y se construyen de acuerdo a determinados engranajes relacionales y a imaginarios específicos implicados.
Son aprendizajes que nos han marcado y que se han incorporado en nuestro proceso de diseño. En este, el reconocer este engranaje relacional y su complejidad en las realidades a las que nos acercamos, también ha sido, durante años, algo muy importante. Por ejemplo, en el diseño de la “Cabaña del (sinantro)amor, morada del (tele)trabajo” (2020), había al menos dos esferas relacionales que nos interesaba explorar con especial atención. Por un lado, estaban las microrealidades de un hogar migrante y no heteronormativo (en este caso del que somos parte), en un contexto donde los hogares tradicionales, al menos en apariencia, parecen ser hegemónicos, y donde la arquitectura parece responder sólo a un tipo de familia y a un tipo de sujeto heterosexual y occidental. Al mismo tiempo, más allá de la relación asimétrica de este hogar frente a otros hogares de su misma especie, veíamos igualmente necesario indagar en su posición de poder –así como en la de todas las personas que estábamos implicadas en este proyecto, ya sea como habitantes, como arquitectos, etc.– frente a otras especies de este bosque urbanizado y en relación a la naturaleza en general, como miembros de una especie indiscutiblemente dominante a escala planetaria.
De cara a todas estas cuestiones, no vemos nuestros proyectos como soluciones, sino más bien como laboratorios; aproximaciones imperfectas e incompletas que nos permiten abordar ciertos problemas.
JTF: Entonces, ¿cómo logran que un diseño específico y adecuado a una cierta persona, en el futuro pueda ser habitado por alguien –quizás– completamente distinto?
HA: Una parte elemental de nuestro trabajo consiste en diseñar espacios específicos siendo al mismo tiempo flexibles y abiertos a lo indeterminado. Es decir, espacios capaces de responder a realidades muy concretas, y al mismo tiempo a una diversidad de especificidades, de usuarios, y de cambios vitales en el tiempo.
La búsqueda que hacemos de esta característica dual, de máxima singularidad a la par que de flexibilidad, la llevamos a cabo a través de respuestas espaciales que, aun refiriéndose a realidades específicas, sean capaces de contener muchos significados. Un ejemplo de esto puede ser el trabajo de diseño que hicimos sobre un espacio-cápsula en el salón de estar del proyecto “Un chico, un bulldog, un huerto y la casa que comparten” (2018). Es cierto que en este proyecto se pensó en principio como un espacio que respondiera a otras formas de sexualidad no heteronormativas en la vivienda, pero también interesaba que pudiera eventualmente funcionar de muchas otras maneras. Por ejemplo, como un dormitorio de invitados para este apartamento de tan solo 46m2, como espacio para siestas, como pantalla de cine, como cama-chaise longue doble para leer o siendo extensión del salón, como un lugar donde construir otras relaciones corporales con las visitas. Es un espacio blando, forrado de un textil de color gris suave con una funda cambiable, y que en la noche, se puede iluminar con una luz blanca cálida tradicional o bien con una pieza que hicimos a partir de un colador de cocina rosa que tiñe al espacio de este color. Esta última es una luminaria de quita y pon, con lo cual se puede incluso redibujar la atmósfera de la cápsula de una manera muy sencilla, cambiando el colador por uno igual pero de otro color. Después de tres años de usos muy diversos, podemos afirmar que este espacio podría servir a muchos hogares diferentes. Una pareja nos decía que lo veía muy útil como espacio híbrido de dormir y de juego para su bebé.
Para nosotros se trata de diseñar espacios que sean abiertos a cambios e interpretaciones diversas, pero también frente a los cuales aceptamos y somos conscientes de sus límites y particularidades. Digamos que los entendemos no como soluciones genéricas y fotocopiables en su totalidad sino como respuestas singulares construidas junto a muchas singularidades en un paisaje diverso.
Por supuesto, pueden tener componentes repetibles según qué casos. Por ejemplo, pensemos no sólo en esta cápsula sino también en el sistema de reciclaje de agua de ducha de este proyecto, que alimenta a las plantas de un huerto bioclimático, el cual sería sin duda interesante implementar en muchas otras viviendas. Sin embargo, difícilmente sería repetible el proyecto completo, que responde a una situación y a un lugar específico. Lo que uniría entonces a los diferentes proyectos sería la búsqueda de métodos de trabajo que cuiden de lo específico.
En arquitectura está muy arraigada la idea de que un diseño 'neutro' y más o menos 'genérico' es ideal, ya que se piensa que es aquel que puede albergar a un sinfín de usuarios y situaciones diversas. Ante esta idea, primero podríamos recordar que lo 'neutro' es una ficción socialmente construida. Todos los espacios de uno y otro modo son específicos y condicionan unos comportamientos y unos imaginarios. Un ejemplo es el cubo blanco del museo del que mucho se ha escrito. Se trata de un espacio que se ha asumido muchas veces por neutro cuando en realidad no lo es. Pensemos en las reflexiones de Brian O´Doherty al respecto.
Segundo, el hecho de que determinados espacios den cabida a un sinfín de situaciones en términos cuantitativos, conlleva muchas veces una penalización enorme en términos cualitativos. Su triunfo tiene que ver en gran parte con las lógicas del mercado, que hacen necesario que los espacios importen más por su capacidad ilimitada de ser comprados y vendidos, que de su capacidad de cuidar la multiplicidad de realidades que se dan en el día a día. Nos parece muy importante además, no promover desde nuestra práctica la homogeneización espacial del mundo que nos rodea.
JTF: Su obra parece cruzar constantemente los límites de la arquitectura, nutriéndose de los saberes de otras disciplinas. ¿Qué tan importante es la multidisciplinariedad para ustedes? ¿Pecamos los arquitectos de ensimismarnos demasiado?
HA:
Los problemas a los que nos enfrentamos en un proceso de diseño no están compartimentados en disciplinas. Incluso en un trabajo prototípico de nuestra profesión como puede ser el diseñar una casa, hay una multitud de realidades diversas entrelazadas. ¿Cómo podemos pretender cuidar de ellas sin conocerlas y relacionarlas? Solo el diálogo entre diferentes saberes nos permite acercarnos de manera amplia a las diferentes dimensiones de una intervención espacial.
En esa relación entre saberes nos parece muy importante el reposicionar los conocimientos tradicionales de la arquitectura; ver en qué medida y de qué modo se pueden poner a dialogar estos con otros saberes disciplinares y no disciplinares, por ejemplo con la filosofía, la botánica o la jardinería. También nos parece importante ser conscientes de que lo multi y transdisciplinar se está convirtiendo en mainstream y poco a poco se va posicionando como una herramienta más de los sistemas de poder actuales en su ordenación del mundo. Desde nuestro punto de vista lo realmente transgresor no consiste en ser multi o transdisciplinares sino en el cómo somos capaces de activar ese enjambre de conocimientos para hacer de nuestras prácticas unas prácticas de transformación social.
JTF: ¿Materiales tradicionales, nuevas tecnologías, o una mezcla de ambos? ¿Cómo seleccionan los materiales en sus proyectos y cómo influyen en su estética y funcionalidad?
HA: El problema material de la arquitectura hoy en día es central tanto como el del consumo energético, dos cuestiones muy ligadas entre sí. Tengamos en cuenta que, según diferentes estudios, el 50% de todas las materias primas que se extraen del planeta son consumidas por el sector de la construcción.
En este sentido nos parece necesario mantener una mirada divergente frente al mundo de lo material. Por ejemplo, en la “Cabaña del (sinantro)amor, morada del (tele)trabajo”, la fibra óptica del internet fue tan importante como la madera utilizada, –proveniente de bosques de gestión responsable–, para componer el carácter ambiental del proyecto. Nos permitió diseñar los espacios de tal forma que pese al reducido tamaño de la cabaña, fuesen aptos en su uso cotidiano, para el teletrabajo de dos y evitar así desplazamientos diarios y el respectivo gasto energético significativo que estos suponen.
Además, nos parece fundamental evaluar los materiales desde un punto de vista económico amplio; esto es, teniendo en cuenta no sólo su coste monetario sino también otras economías, muchas veces sumergidas, en el proceso. Por ejemplo en cuanto al coste de su impacto ambiental en todo su ciclo de vida, desde su extracción hasta su uso, y su impacto social vinculado a la fuerza laboral involucrada.
Hay también un componente social especialmente relevante en ciertas materialidades, que requieren de cuidados, por ejemplo en las compuestas por vegetación, las cuales llevamos casi veinte años explorando a través de diferentes proyectos que incluyen acciones de micro paisajismo. Es algo que comenzamos a trabajar en el “Edificio jardín hospedero y nectarífero” (2005), en Cali, junto a una comunidad de vecinas. En este proyecto, la membrana de plantas comestibles para algunos insectos que conforma la fachada no sólo ha tenido implicaciones ambientales, o en el comportamiento térmico del espacio, sino también sociales. A través de las labores de jardinería, esta membrana fue un elemento que contribuyó a la construcción y consolidación de afectos, y a fomentar un sentido de comunidad entre las trabajadoras del taller que tuvo su sede allí por más de una década.
En cuanto a tu pregunta sobre lo estético, es verdad que los materiales contienen imaginarios sociales que debemos tener muy en cuenta. Por ejemplo, que un material sea más ecológico, no quiere decir que sea automáticamente deseable, incluso para unos habitantes sensibles a cuestiones ambientales. Durante el proceso de diseño, para nosotros es muy importante trabajar junto con los futuros usuarios de un proyecto y esto incluye sus imaginarios estéticos.
Una pregunta en la que hemos ahondado a través de diferentes proyectos, ha sido la de cómo activar objetos de deseo a partir de materiales y componentes arquitectónicos muchas veces indeseables en los imaginarios sociales. La hemos abordado por ejemplo en el diseño de instalaciones de tubos y filtros para el reciclaje de agua en proyectos no construidos como en el “Refugio Multiespecies” (2013) o el “Edificio para un campus ecosocial” (2014), y que finalmente pudimos materializar en “Un chico, un bulldog, un huerto y la casa que comparten”. Se trata de instalaciones que se perciben muchas veces como “objetos feos” a esconder, y que en cambio hemos intentado reinventar más bien como micropaisajes de deseo de una posible futura era sostenible que evidentemente, no es la actual.
JTF: En su obra, las respuestas a las necesidades del usuario parecen configurarse a través de micro-objetos y espacios domésticos reformulados (reemplazados, eliminados, destacados, transformables...), ¿podríamos decir que es esta su metodología de trabajo? ¿de dónde nace y qué tan efectiva ha resultado hasta el momento?
HA: Nuestro día a día se desarrolla en diferentes lugares, algunos muchas veces infravalorados por su tamaño, pero con un gran potencial y relevancia en la construcción de nuestra subjetividad y de una vida en común. Pensemos por ejemplo en la cama como lugar de estar. Se trata de un espacio que en realidad no solo está frecuentemente subutilizado sino que resulta muchas veces térmicamente ineficiente e incómodo. Es un lugar que ha sido entendido desde lógicas primordialmente reproductivas vinculadas a hogares normativos, e incluso un espacio habitualmente mediocre, teniendo en cuenta su uso primordial como lugar de descanso.
Llevamos algunos años indagando en diferentes proyectos en otras formas de entender la cama, como lugar social, como lugar de otras sexualidades no normativas, como artefacto transformable o como nido térmico de ahorro energético y a la vez de máximo confort atmosférico.
Es una investigación que hemos llevado a cabo por ejemplo en proyectos como la “Cabaña del (sinantro)amor, morada del (tele)trabajo”, en “Un chico, un bulldog, un huerto y la casa que comparten”, y en “Un piso mudante” (2020), un proyecto para el músico y performer el Niño de Elche.
JTF: ¿Qué es la sustentabilidad para ustedes y cómo se alcanza efectivamente en sus proyectos?
HA: Hay dos aspectos de la emergencia climática actual que creemos son igualmente importantes. El primero radica en entender que la crisis ambiental está interconectada con realidades de nuestro día a día múltiples y muy diversas. De hecho, es una composición de muchas realidades. Esto significa, para nosotros, que no puede abordarse únicamente como una “cuestión técnica ambiental”, sino que involucra, por ejemplo, deseos correspondientes a imaginarios de lo que se entiende por progreso, o incluso por belleza, con los cuales podemos estar de acuerdo o no, pero que en cualquier caso creemos que debemos tener en cuenta a la hora de diseñar. Esto es algo en lo que hemos indagado en algunos proyectos como el “Edificio hospedero y nectarífero” en relación a ámbitos como la moda o a experiencias aparentemente banales como el ir de compras. Como tal, la crisis ambiental, desde nuestro punto de vista, debe abordarse desde una perspectiva amplia y entenderse en su relación con un conjunto de aspectos de nuestra vida diaria.
El segundo consiste en entender que nuestro impacto sobre el clima ha sido en parte producto de una serie de relaciones de poder asimétricas, y que estas han sido extremadamente determinantes en nuestra construcción como sociedad. Se trata de relaciones que han implicado no sólo dominación y violencia hacia la naturaleza, sino también hacia miembros de nuestra propia especie.
Por ejemplo, podríamos pensar en las dinámicas extractivistas de la colonización y dominación de territorios en diversas partes del mundo y la transformación de sus climas, fenómeno que continúa hasta la actualidad. Estos procesos han implicado la subyugación de otras especies sintientes como muchos animales no humanos y las comunidades humanas vinculadas a esos territorios. También han incluido luchas de clases y otras formas de violencia a menudo hacia grupos tradicionalmente considerados subordinados, como personas racializadas, mujeres o personas con sexualidades no heteronormativas, entre otros. La conquista de América, la deshumanización de los pueblos originarios y de los esclavos africanos y la imposición de un nuevo orden sexual, un modelo absolutista de sexualidad procreativa entre los colonizados, se llevaron a cabo a la par que se expropiaban los recursos naturales y se transformaba el clima. Estos son ejemplos claros de cómo se ha llevado a cabo históricamente esa imbricación de opresiones como dirían algunas pensadoras lesbofeministas afrocaribeñas. Estos procesos colonizadores externos e internos continúan hoy en día.
Desde nuestro punto de vista, para abordar la colonización de la biosfera que ha provocado el cambio climático, no solo debemos mitigar sus consecuencias o adaptarnos a él. También deberíamos ir a las raíces de este fenómeno para ver qué tipo de dinámicas han generado diferentes formas de colonización y violencia, ya sean vinculadas a lo natural, entre especies, o a lo social, relacionadas con la raza, el género, la clase, entre otras opresiones. Digamos que solo podemos desarrollar una nueva relación con el medio ambiente y con la naturaleza trabajando desde esa imbricación de opresiones.
Es justamente esta imbricación la que intentamos abordar en nuestros proyectos, a través de la búsqueda de lo que llamamos unas arquitecturas entretejidas (Conferencia por Husos en Columbia University, GSAPP, abril 5 de 2019), que nos permitan explorar ciertas formas de sanación de lo social y lo natural, e imaginar otros futuros para algunos menos dolorosos y quizás para todos mucho más placenteros.
Por ejemplo en la “Cabaña del (sinatro)amor, morada del (tele)trabajo”, indagamos en esta idea de arquitecturas entretejidas, a través de ensamblajes amorosos entre diferentes cuerpos abyectos, pertenecientes a humanos y animales no humanos. Aquí, así como en “Un chico, un bulldog, un huerto y la casa que comparten”, las problemáticas de género y de especie no se tratan de manera separada sino juntas.
JTF: Al trabajar en remodelaciones, ¿cómo funciona el proceso de identificación de las deficiencias del diseño existente?
HA: Nos interesa especialmente trabajar en rehabilitaciones porque se trata de dar un nuevo uso y significado a estructuras existentes, lo que puede contribuir a cuidar y enriquecer un patrimonio material que ya existe y que casi solo por estar disponible tiene valor, dando al mismo tiempo lugar a otras realidades que carecen de un espacio. Para comenzar, nos parece necesario indagar en aquellos valores y potenciales ambientales y sociales, que cualquier preexistencia puede contener antes de ser intervenida, ya que esto nos confronta con la pregunta de si debemos intervenir o no, aún antes de preguntarnos cómo hacerlo; y en caso de intervenir, hacerlo desde una perspectiva del cuidado, interviniendo solo lo necesario.
Teniendo en cuenta que el concepto del clima es central para la arquitectura, llevamos años indagando en una visión más amplia del mismo, en lo que llamamos una arquitectura sociobioclimática, es decir, entendiendo nuestra práctica como cuidadora de los climas ambientales, pero también de los climas sociales que se movilizan a través de los espacios que habitamos. Solemos estudiar en clave sociobioclimática las estructuras preexistentes en las que vamos a trabajar. Por ejemplo en la “Bathyard Home” (2016), sin tocar la estructura y limitando el derribo a pocos tabiques pudimos aprovechar una pequeña ventana hacia un patio de luces de este edificio, para darle una nueva orientación sur a una vivienda anteriormente amplia pero oscura, dotándola además de un nuevo espacio social y de luz natural alrededor del baño. Y es que en nuestras conversaciones con esta familia, descubrimos que en la casa anterior, el espacio del baño, que se suele considerar secundario, solía ser aquel que los congregaba diariamente simultaneando duchas, cepillado de dientes, maquillaje, con conversaciones cada mañana, teniendo en cuenta que tenían poco tiempo para reunirse. Se trató de una intervención mínima que nos permitió repensar también la relación de las viviendas interiores en Madrid con los patios de luces, tan característicos acá.
JTF: ¿Cómo logran que una obra pequeña tenga repercusiones a mayor escala dentro de su contexto? ¿De dónde nace esta búsqueda?
HA:
Seamos conscientes de ello o no, cualquier proyecto, por pequeño que sea, está atravesado por una multiplicidad de realidades que operan en diferentes escalas y a través de medios muy diversos. Pensemos por ejemplo de nuevo en el espacio del baño, pero esta vez desde los territorios extensos del agua que a través de este se movilizan. Nos interesa trabajar conscientemente con esa interdependencia explorando las responsabilidades y posibilidades que conlleva.
Este acercamiento multiescalar y multimedia hacia la arquitectura, y que en su día llamamos “disperso” comenzó en 2000 a través de un libro que escribimos llamado “Dispersión, A Study of Global Mobility and the Dynamics of a Fictional Urbanism” (Episode publishers, Rotterdam, 2002). Partiendo de un acercamiento heterodoxo al urbanismo, en este libro revisamos aquellos entornos urbanos conformados de manera informal en la ciudad de Rotterdam, que no se configuraban a través de calles y plazas sino de pequeños interiores decorados, de cabinas telefónicas y de relaciones afectivas. Se trataba de un urbanismo compuesto de medios muy diversos que conectaban diferentes lugares del mundo donde residían comunidades de diásporas africanas caboverdianas, entre otras. En vez de analizar los urbanismos migrantes desde sus carencias, lo hacíamos desde las visiones futuristas que estos nos sugerían. Después de casi 20 años, cuando la interescalaridad e intermodalidad se van afianzando en nuestro imaginario disciplinar, creemos que los urbanismos dispersos caboverdianos que estudiábamos en ese entonces nos han confirmado su gran potencial.
Al migrar de Róterdam a Madrid en 2003, seguimos explorando estos urbanismos dispersos y sus potenciales a través de otras comunidades tradicionalmente no tenidas en cuenta en los estudios de lo urbano. Uno era el de los urbanismos transnacionales de los osos gays, en los que solíamos participar. Nos resultaban reveladores para la arquitectura, entre otros motivos, en la medida en que cuestionaban conceptos urbanos básicos como el de espacio público. Por ejemplo, las configuraciones espaciales y atmosféricas en torno a algunas discotecas generaban formas sorprendentes de interacción dentro de la comunidad bear y entre esta y otras tribus urbanas. Se trataba de configuraciones espaciales que se articulaban por medio de lugares como salas de fiesta y de espacios virtuales como páginas web de contactos como bearwww.com para ligar (Un lugar bajo el sol, N. Aramburu ed. CCEBA, 2008). Clásicos como el libro Queer space de Aaron Betsky (1997) o el trabajo de Jan Kapsenberg con Bart Lootsma en el Berlage Institute (2000) fueron referentes pioneros en estas búsquedas. En ese entonces eran temas de los que se encontraban muy pocos ejemplos en arquitectura.
JTF: ¿Qué tan política es su arquitectura? ¿Qué tanto poder tiene la arquitectura hoy para transmitir un mensaje, hacer una declaración de principios y/o romper paradigmas?
HA:
La arquitectura tiene un potencial transformador especial al estar insertada en nuestro día a día, aquel ámbito que, como diría Lefebvre, es aquel donde depositamos nuestros sueños, nuestros deseos y también nuestras insatisfacciones. También es aquel ámbito político inmediato desde donde podemos transformar la realidad.
Llevamos años trabajando en lugares de lo político que tradicionalmente no se han considerado como tales, como tiendas de ropa, camas, baños, desfiles de moda, locutorios, arquitecturas para animales no humanos, filtros de agua, viviendas o ferias inmobiliarias. Sin excluir otros, nos interesa indagar en los activismos desde aquellos campos de batalla, justamente porque han sido mayoritariamente desatendidos en los discursos tradicionales de la arquitectura y el urbanismo, e imaginar a través de estos, posibilidades reales de reinvención.
Revisa la obra de Husos Architects.
Links de Interés
- Viceversa Magazine / Something In The Stomach – Edificio Jardín Hospedero Nectarífero para Mariposas de Cali
- Urbanismos de Remesas. Viviendas (Re)productivas de la Dispersión / D. Barajas & C. García (Eds.)
- Dispersion, A Study of Global Mobility and the Dynamics of a Fictional Urbanism by Diego Barajas
- Caballos de Troya y Jardínes Nectaríferos / Husos